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Caperucita Caperucita… ¿Dónde vas, Caperucita?

De todos es conocido el personaje del cuento que Charles Perrault inmortalizara a finales del S.XVII. Tras la sesión de «Inocencia Salvaje» con Mery, me quedé con la idea rondando en la cabeza de «tengo que hacerle una sesion de Caperucita», y busqué la forma de llevarla a cabo.

Quería realizar una nueva reflexión sobre el cuento sin traicionar la idea original, dándole un matiz erótico, pero sin caer en tópicos (Caperucita porno, lobo chico malo, etc, etc.) Así que nos dirigimos a un monasterio abandonado allá por Guadalajara, y tras un camino bordeando las lindes de un riachuelo cargado con flashes, pies de estudio, paraguas y demás, y rodeado de innumerables insectos y moscas pegajosas, llegamos a nuestro destino.

Un amiguete me había hablado del «idílico» paseo hasta el monasterio, pero para mí fue un suplicio de calor y bichos que continuamente me tenía que quitar de encima a manotazos. Cuando se lo conté, se partía y me llamaba «urbanita».

El lugar era todo un poema, sólo había un punto de acceso porque actualmente tiene peligro de derrumbe, y habían bloqueado el resto de accesos.  Explorando las ruinas, descubrí en una de las alas del monasterio una especie de habitación alargada y negra como la boca del infierno, por la que entraba una luz tenue y mortecina a través de un ventanuco al fondo de la estancia que era rápidamente absorbida por la profunda oscuridad. En su interior las moscas zumbaban con una furia que yo hasta ese momento sólo había oído en las películas de terror. Estoy convencido de que había al menos un cadáver allí dentro. Afortunadamente no lo vi, sólo espero que no fuera de un humano.

Y en este paraje hicimos la sesión, comenzando en los alrededores del monasterio y terminando, ya sin luz apenas, en el interior. La vuelta por el camino sin luz y con unas linternitas de led fue toda una odisea cómica, teníais que ver a Diana, la maquilladora, saltando ante las arañas gigantes que se cruzaban ante sus chanclas…

La reinterpretación de nuestra historia gira en torno a la figura del lobo, por lo demás ausente en la sesión. ¿Quién es el lobo? Hay que tener en cuenta que la posición de la mujer en el siglo XXI no es la misma que en el XVII, así que no me quería centrar tanto en el «chico peligroso» del cuento original como en las situaciones desconocidas, el peligro original del cuento sobre el bosque, en este caso trasladado al monasterio.

Así que creamos una Caperucita alegre, erótica y juguetona que corretea y juega cándidamente por las lindes del campo, pero que cuando se echa la noche encima se va, insensata, por un camino oscuro, desconocido, quedando en el interior del monasterio con un final incierto… ¿Dónde va Caperucita? Que cada uno piense lo que quiera.

En el apartado técnico, usé un esquema de dos flashes con CTO y CTB en contraluz respectivamente, lo que se observa sobre todo en las últimas fotos, que proporciona a las fotos una apariencia como de «ilustración de cuento» realzada por el colorido de la luz.

Para acompañar la sesión en la web, he usado un poema de Gabriela Mistral.
Y la guinda del pastel es una melodía compuesta especialmente por Fernando Guggiana para la ocasión ¡Todo un lujo!

¡Espero que os guste!

  1. Tek
    20 marzo, 2012 a las 4:03 pm

    Espectacular la sesión, me encanta el color.

    PD: Reitero, urbanitas ;oP

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